domingo, 2 de noviembre de 2008

Aviones K-8 para la Aviación venezolana

Venezuela adquirió 24 aviones de entrenamiento básico a reacción, que complementaran a los también recién adquiridas aeronaves de enseñanza avanzada y de ataque ligero Yak 130. Se trata del modelo Haig K-8, un desarrollo conjunto entre China y Pakistán que hereda su nombre de la cadena montañosa que hace frontera natural entre ambas naciones, el Karakorum K-8.

Esta aeronave ya estuvo presente en Venezuela en el año 2000, específicamente en la Base Aérea La Carlota, durante una gira mundial de presentación de este entrenador. En aquella oportunidad se mencionó la posibilidad de ensamblar este avión en el país, como parte de un acuerdo con la República Popular China.

El K-8 ha tenido éxito en sus ventas internacionales. China logró un importante contrato con Egipto, nación que adquirió 80 de estas aeronaves y negoció la posibilidad de fabricarla bajo licencia.

Otras naciones que han adquirido el K-8 son: Ghana (4 aviones), Namibia (4), Pakistán (120), Sri Lanka (6), Sudán (12), Zinbawe (12), Zambia (8), Burma (12) y China, con más de 200 de estos aparatos. Indonesia está estudiando la posibilidad de adquirir un lote en reemplazo de los británicos Hawk 50.

Aviación venezolana llena un vacío

Desde mediados de la década de los 80, la Aviación Militar venezolana ha tratado de encontrar un sustituto de los entrenadores estadounidenses Rockwell T-2D. Pasados diez años, y después de múltiples baches, Venezuela ha podido adquirir dos modelos de entrenamiento a reacción que pueden llenar el vacío dejado por los respetados Buckeye (como son conocidos los T2-D). En un primer momento, fue seleccionado el Bae Hawk, pero la guerra de Las Malvinas y el apoyo venezolano a los hermanos argentinos derivó en la cancelación del contrato por una docena de estas aeronaves.

Posteriormente en una licitación internacional, efectuada a finales de los años 90, el Hawk vuelve a derrotar a sus contrincantes. Sin embargo, esta selección fue anulada y en una segunda se selecciona el brasileño AMX, un avión de ataque ligero, “prestado” al entrenamiento avanzado de pilotos. Embraer, encargada de fabricar el AMX, sería la responsable de integrar un radar de apertura sintética que le daría unas capacidades por encima del promedio de cualquier entrenador a reacción. Las reiteradas presiones de los Estados Unidos echan por tierra el contrato.

Años después, la Aviación Militar seleccionó el entrenador checo Aero L-159, considerado también entre los grandes. Nuevamente, los estadounidenses presionaron para evitar la venta e invocaron a su favor, que no de Venezuela, el caso que la empresa checa tiene un contrato con la gringa Boeing. Otra vez se quedaba en cero. Los pilotos venezolanos de combate tenían que entrenarse en los aviones de turbohélice Tucano y pasar directamente a los sistemas de armas a reacción de ataque. Una importante debilidad en lo que respecta a la formación de pilotos militares de combate.

Pero, gracias a Rusia, su industria de armas y su visión de un mundo multipolar. Venezuela logró concretar un contrato de gobierno a gobierno para la adquisición de los reconocidos aviones de entrenamiento y ataque ligero Yak-130; ahora complementados por los K-8 chinos. Se trata de un avance importante en lo que respecta a la enseñanza de los pilotos de combate venezolanos, quienes tendrán una completa línea de enseñanza, con aeronaves reconocidas a nivel mundial.

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