lunes, 20 de mayo de 2013

70 años de la Operación Chastise




Hace 70 años, se realizó el bombardeo inglés del conclave industrial alemán, que comprendían las represas de la cuenca del Ruhr. El golpe, que para algunos no generó la resonancia que debía tener, si tuvo un éxito en la moral de los aliados. El 16 de mayo de 1943, 18 aviones de bombardeo pesado Avro Lancaster se enfilaron hacia la Alemania Nazi para tener su cita con la historia. Lo lograron y hoy son conocidos como los dambusters (algo así como los rompe represas) y han quedado inmortalizados en el escuadrón de bombardeo número 617, así como en una película del año 1954.
Lo interesante de este ataque militar, conocido con el nombre de Operación Chastise (Operación Castigo) fue la bomba que se utilizó, su concepto y la manera cómo debía lanzarse. En este artilugio de guerra se combinaron la parte científica con la parte de creatividad. Ya verán por qué.
El ataque a este complejo de represas, que comprendían seis plantas y abastecían de agua y electricidad a importantes industria de acero y carbón asociadas al aparato bélico alemán, era harto difícil por lo bien que estaban resguardadas. Tenían un casi impenetrable anillo de artillería antiaérea, radares y mallas anti torpedos. Algunos reportes señalan que los británicos estaban evaluando la posibilidad de utilizar la asombrosa cantidad de 3.000 aviones para su bombardeo, pero al final se dejó de lado por las graves pérdidas de pilotos y aeronaves que podría tener.
Más, sin embargo, fue la sencilla idea del científico Barnes Wallis la que pudo darle una práctica solución al este problema bélico. Todos alguna vez de niños hemos jugado a arrojar piedras al agua y contar cuántas veces rebota en el agua. Y según el ángulo, el tipo de piedra y la fuerza, uno podía convertirse en un campeón mundial de la especialidad. Pues bien, el inventor británico puso en práctica este juego de niños, con una bomba que rebotará en la superficie del agua -evadiendo las mallas antitorpedos- y pudiera llegar lo más cerca de la estructura de hormigón para explotar a una profundidad establecida, y así lograr un daño mortal. Un juego de niños convertido en un arma peligrosa.
Al principio no le compraron la idea, pero luego de una serie de pruebas y correcciones, se pudo concluir que existían amplias posibilidades de éxito de la misión que debía realizarse. La bomba efectivamente rebotaba y llegaba hasta su objetivo. Todo estaba dado para iniciar la preparación de esta importante ataque.

Lo primero fue escoger el avión que llevaría la bomba. En este caso fue seleccionado el avión Lancaster, caballito de batalla del mando estratégico británico. Luego se debían dar unos toques técnicos a la bomba. De una esfera, pasó a tener forma de barril; disponía además de un mecanismo que le permitía rotar a 500 revoluciones por minuto, lo que garantizaba el rebote en el agua. También fue creada una mira de bombardeo en forma de V y un sistema de luces que indicaban la altura y la distancia precisa para soltar la bomba.  Finalmente, se debía escoger el hombre responsable de la misión, que en este caso sería Guy Gibson, un afamado piloto de combate que con sólo 25 años ya era bien conocido dentro de la Royal Air Force (RAF). En total, participarían 133 personas.
La bomba, conocida como Upkeep y con un peso de 5 toneladas aproximadamente, se adaptó sin ningún problema a los Lancaster. Ya todo estaba listo para la misión.
El mando estratégico aliado decidió que la misión se realizaría el 16 de mayo de 1943, por las condiciones de luna llena, algo primordial en vuelos a baja altura y en formación cerrada.

Se establecieron tres grupos de aviones y tres blancos prioritarios:  
  • Grupo 1: nueve aviones comandados por Guy Gibson. Represa de Möhne. Si quedaban aviones con bombas, atacarían la represa de Eder.
  • Grupo 2: 5 aeronaves comandadas por el teniente  Joe McCarthy. Blanco: Sörpe.
  • Grupo 3: (de reserva) 4 aviones, liderados por el sargento de vuelo, Ken Brown. Despegarían dos horas despúes del Grupo 1 con la finalidad de repasar, de ser necesario los blancos principales y las otras tres represas consideradas menores: Ennepe, Henne y Lister.


El ataque fue bastante duro. Se perdieron 7 aviones Lancaster, derribados en su mayoría por la artillería alemana. Las presas de Mönhe y Eder resultaron con daños bastante graves, lo que trajo como consecuencia que el caudal de agua arrasara con varios pueblos, se paralizará temporalmente la producción industrial en este sector y además 1.650 personas fallecieran, incluidos 53 hombres de la RAF.
Los aviadores sobrevivientes -34 en total- fueron galardonados con la Medalla al Valor en Combate; mientras que el capitán Guy Gibson recibió la Cruz de la Victoria. El escuadrón 617 se convirtió a partir de ese momento en el escuadrón élite de la RAF. Y pensar que toda esta historia comenzó con una piedra lanzada al agua.







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