Hace
70 años, se realizó el bombardeo inglés del conclave industrial alemán, que comprendían
las represas de la cuenca del Ruhr.
El golpe, que para algunos no generó la resonancia que debía tener, si tuvo un
éxito en la moral de los aliados. El 16 de mayo de 1943, 18 aviones de
bombardeo pesado Avro Lancaster se enfilaron
hacia la Alemania Nazi para tener su cita con la historia. Lo lograron y hoy
son conocidos como los dambusters (algo
así como los rompe represas) y han quedado inmortalizados en el escuadrón de
bombardeo número 617, así como en una película del año 1954.
Lo
interesante de este ataque militar, conocido con el nombre de Operación Chastise (Operación Castigo) fue la
bomba que se utilizó, su concepto y la manera cómo debía lanzarse. En este
artilugio de guerra se combinaron la parte científica con la parte de
creatividad. Ya verán por qué.
El
ataque a este complejo de represas, que comprendían seis plantas y abastecían
de agua y electricidad a importantes industria de acero y carbón asociadas al
aparato bélico alemán, era harto difícil por lo bien que estaban resguardadas.
Tenían un casi impenetrable anillo de artillería antiaérea, radares y mallas anti
torpedos. Algunos reportes señalan que los británicos estaban evaluando la
posibilidad de utilizar la asombrosa cantidad de 3.000 aviones para su bombardeo,
pero al final se dejó de lado por las graves pérdidas de pilotos y aeronaves
que podría tener.
Más,
sin embargo, fue la sencilla idea del científico Barnes Wallis la que pudo
darle una práctica solución al este problema bélico. Todos alguna vez de niños
hemos jugado a arrojar piedras al agua y contar cuántas veces rebota en el
agua. Y según el ángulo, el tipo de piedra y la fuerza, uno podía convertirse
en un campeón mundial de la especialidad. Pues bien, el inventor británico puso
en práctica este juego de niños, con una bomba que rebotará en la superficie
del agua -evadiendo las mallas antitorpedos- y pudiera llegar lo más cerca de
la estructura de hormigón para explotar a una profundidad establecida, y así
lograr un daño mortal. Un juego de niños convertido en un arma peligrosa.
Al
principio no le compraron la idea, pero luego de una serie de pruebas y correcciones,
se pudo concluir que existían amplias posibilidades de éxito de la misión que debía
realizarse. La bomba efectivamente rebotaba y llegaba hasta su objetivo. Todo
estaba dado para iniciar la preparación de esta importante ataque.
Lo
primero fue escoger el avión que llevaría la bomba. En este caso fue
seleccionado el avión Lancaster,
caballito de batalla del mando estratégico británico. Luego se debían dar unos
toques técnicos a la bomba. De una esfera, pasó a tener forma de barril;
disponía además de un mecanismo que le permitía rotar a 500 revoluciones por
minuto, lo que garantizaba el rebote en el agua. También fue creada una mira de
bombardeo en forma de V y un sistema de luces que indicaban la altura y la
distancia precisa para soltar la bomba. Finalmente, se debía escoger el hombre responsable
de la misión, que en este caso sería Guy Gibson, un afamado piloto de combate
que con sólo 25 años ya era bien conocido dentro de la Royal Air Force (RAF). En total, participarían 133 personas.
La
bomba, conocida como Upkeep y con un
peso de 5 toneladas aproximadamente, se adaptó sin ningún problema a los
Lancaster. Ya todo estaba listo para la misión.
El
mando estratégico aliado decidió que la misión se realizaría el 16 de mayo de
1943, por las condiciones de luna llena, algo primordial en vuelos a baja
altura y en formación cerrada.
Se
establecieron tres grupos de aviones y tres blancos prioritarios:
- Grupo 1: nueve aviones comandados por Guy Gibson. Represa de Möhne. Si quedaban aviones con bombas, atacarían la represa de Eder.
- Grupo 2: 5 aeronaves comandadas por el teniente Joe McCarthy. Blanco: Sörpe.
- Grupo 3: (de reserva) 4 aviones, liderados por el sargento de vuelo, Ken Brown. Despegarían dos horas despúes del Grupo 1 con la finalidad de repasar, de ser necesario los blancos principales y las otras tres represas consideradas menores: Ennepe, Henne y Lister.
El ataque fue bastante duro. Se perdieron 7 aviones
Lancaster, derribados en su mayoría por la artillería alemana. Las presas de
Mönhe y Eder resultaron con daños bastante graves, lo que trajo como
consecuencia que el caudal de agua arrasara con varios pueblos, se paralizará
temporalmente la producción industrial en este sector y además 1.650 personas
fallecieran, incluidos 53 hombres de la RAF.
Los aviadores sobrevivientes -34 en total- fueron
galardonados con la Medalla al Valor en Combate; mientras que el capitán Guy
Gibson recibió la Cruz de la Victoria. El escuadrón 617 se convirtió a partir de
ese momento en el escuadrón élite de la RAF. Y pensar que toda esta historia
comenzó con una piedra lanzada al agua.
No hay comentarios:
Publicar un comentario